martes, 27 de enero de 2009

Capitulo 1


Tengo ganas de contar una historia de la que no se sepa nada. La historia de mi vida. De una vida sencilla, con menos adrenalina que la de un asesino serial, pero quizá con más alegría que la de un condenado a muerte. Una historia llena de puntos de vista, que en mi lecho le dan sentido a mi vida estéril.


Pienso un poco en mis orígenes, y me pregunto: ¿Habré sido intencionado? Tal vez mis padres si querían un hijo, pero ¿habré sido gestado en un intercambio de fluídos premeditado?. Espero que sí. La verdad es que me dolería un poco saber que llegué al mundo por falta de condones. Pero en todo caso, según lo que cuentan fui bien recibido. Se rumora que fui como cualquier bebé que nace, que parece un embajador o presidente importante al que todo mundo va a ver para rendirle pleitesía.


Y bueno, supongo que mis primeros meses, tambien fueron similares a los de la mayoría. Creo que no hay nada mas curioso que la decadencia infantil que alegra a todos: ver a un niño batido en su propia mierda, mientras se chupa un dedo. Para mi es la escena mas bizarra, pues a los padres no les divierte, pero el niño es el más feliz mientras sus nalgas son limpiadas por alguien más.


Según yo, la vida debería darte más oportunidades como esas. Poder cagarla, y que alguien mas limpie el desastre. Supongo que por eso, extrañamos tanto la infancia cuando crecemos.


Y bueno de ahí, siguió entre papillas y biberones, el momento en que dí mis primeros pasos. Y ese, creo que es el momento en que los pesimismos y positivismos adultos se reflejan en los niños. Una persona negativa diría que deberían dejar de intentar enseñarle a caminar al niño en cuestión; en tanto una persona con una actitud más positiva, creerá que lo mejor sería sacudirle el polvo al pequeño y seguir adelante.


Asi que, tanto en los pasos de niño, como en los de adulto, hay quien se atreve y quien tiene miedo.

viernes, 16 de enero de 2009

Sombras blancas

Entre más lo pienso, menos lo entiendo. Debería ser cosa fácil decidirse, pero no lo es; nunca lo es. Aunque a decir verdad estoy cansado de oir lo mismo no quisiera dejar de oirte, ni de sentir amor por ti. Tal vez, lo que sucede es que no me amas, no me amaste nunca, y nunca me amarás. Por eso es tan difícil aceptar que ante mis ojos te estas volviendo una sombra blanca, que puede verse claramente, pero que nadie puede tocar. Que por mucha luz que se le arroje, su forma no ha de cambiar. Que aunque me ahogue entre flashes, nunca se acercará, siquiera para mirarme o para quererme amar.

jueves, 8 de enero de 2009




Suicidio moral o manipulación anímica. No se que es más difícil de tolerar. Vender mi cuerpo, y peor aún mi alma, a una mujer que sólo pretende de mí una dosis periódica de compañía; o trastocar de cierta forma el mundo de una adolescente a la que, según yo, le falta vivir tanto... Es lo mas cercano que he estado de un precipicio, y peor, porque queriendo saltar para olvidar a Emiliana, me sujeta un arnés llamado Ariel...Ariel tan dulce que me aterra hacerla mía, pero al mismo tiempo, tan bella que se me olvida que es apenas una niña, que es tan joven como mi hermana y a la vez tan sensual como la mujer que más deseo. ¿Y si me escapo? ¿Si lo único que tengo que hacer es tomar el autobús de las 3:00 pm?

Tal vez es como debe terminar esto, lejos de esta mierda existencial que me tiene al borde del desquicio, o ¿es que debo quedarme en esta ciudad, con este trabajo tan aburrido, y enfrentarme a lo que desde hace meses viene siendo mi vida y mi destino? No lo sé.Tal vez me estoy enamorando un poco de Ariel, pero me asusta sobremanera no estar listo para amarla, para enseñarle como es el amor, el bueno, no el pagado, no el que me da Emiliana...
¿Y Emiliana? ¿que hago con ella? El recuerdo de su cuerpo desnudo cabalgandome es tan recurrente como el sonido de estas gotas de lluvia vespertina...

Tanta confusión me abruma, y el teléfono repicando, y yo decidiendo si será Gálvez o mamá...si tan sólo pudiera discernir entre Emiliana o Ariel, el dinero o la vida, reglas o pasión...
Si tan solo pudiera... o quisiera.

martes, 6 de enero de 2009

Historia de sexo


En esta ocasión no había necesidad de pronunciar palabras. Las miradas de lujuria contenida parecían expresar mejor lo que ese par de mentes obnubiladas por el deseo querían dar a entender.
El escenario era perfecto. Pues aunque apenas moría la tarde, el hecho de vivir en el ultimo piso y que la corriente eléctrica se hubiera declarado en huelga eran factores que hacían una amalgama ideal para tocarse.
Parecía un efecto mágico. Era extraño como la distancia entre los cuerpos se reducía a micras, y en desmedida proporción aumentaban el sudor y la pasión. Así, la necesidad de mitigar la sed en la boca del otro era superior al calor que se sentía en la habitación. Era algo vital; beber de la boca de ella, sentir su aroma en la piel.
Y pasaron lentos los minutos. Las manos se enredaban, y las miradas se engullían entre si. Juntos creaban a cada caricia una armonía poética. Estaban así, lamiéndose, besándose, tocándose; amándose totalmente, tanto que nadie hubiera podido reconocer sus voces y los sonidos que salían de los dos.
El cuarto se torno en un rosa moribundo que anunciaba la llegada de la noche. Y un par de cuerpos exhaustos descansaban abrazados.
Fue entonces que ella dijo: -Deberíamos ser mas que amigos-
A lo que él contestó: -Deberíamos, pero no.