miércoles, 26 de agosto de 2009
dolor de cabeza
un par de líneas te pueden hacer sonreír, pero nunca, por mucho que se esmeren podrán hacerte gemir
quizá si te escribo todo lo que siento, te quede claro el panorama, pero a mi, en cambio, me va a quedar la cuenta en ceros, saldo en quiebra, en eso de los sentimientos, puede que mientras más inviertas más pierdas...
hoy tengo ganas de dibujar tu silueta en la arena, para que me hagas feliz un rato, y despues te diluyas en el mar, no sé si por capricho o por miedo, pero asi lo quiero
en todo caso, no importa, siempre hay un nuevo proyecto al cual invertir, y está vez, lleva tu nombre
domingo, 26 de julio de 2009
Historia Haitiana
Cuando por fin, vio el numero 307 se sintió un poco aliviado. Pero al tratar de abrir la puerta con la tarjeta de acceso, notó que no la llevaba consigo. “Mierda, eso fue lo que se me cayó”. Volteó y el hooligan estaba a diez metros de él, distancia que se cubría de la puerta al primer escalón. Tocó insistentemente en la puerta, mientras el hooligan parecía sonreír demostrando la ventaja que tenía.
Víctor no hizo caso a la mueca burlona, y siguió tratando de abrir la puerta. Justo cuando sentía que alcanzaba la gloria por lograr su cometido, un abrazo fuerte lo sujetó por atrás y lo levantó.
Era su viejo amigo, el maletero. Entonces, el hooligan se acercó a Víctor y trato de morderlo en un brazo, pero este se zafo hábilmente del abrazo del maletero al balancear su cuerpo con destreza. Así, el hooligan había mordido a su ayudante. Sangre en el piso. La puerta se entreabrió, Víctor entró a la habitación de golpe y corrió buscando a Joy por todo el cuarto. Olvidó cerrar la puerta.
El hooligan y el maletero lo sujetaron con una fuerza descomunal y lo azotaron en el piso, dispuestos a terminar con Víctor. Empezaron a golpearlo y arañarlo terriblemente.
De repente, como si se tratará de una broma malvada, vio acercarse a Joy, desnuda. Los zombies que antes parecían descontrolados, ahora mantenían su fuerza con una aterradora nobleza ante la sirena que cubría sus pechos con largos cabellos castaños.
Víctor tuvo que hacer un esfuerzo por no reclamar al atar todos los cabos en ese instante. Se había dejado convencer por Joy de visitar Haití para su próximo reportaje. Y hasta entonces comprendió que FMF era el tatuaje de Joy, sólo que la última F estaba invertida. Felicia Félix-Mentor, la primera zombie haitiana. Joy como Happiness, como Feliz, como Félix.
“No puede ser… - dijo Víctor queriéndose recuperar del impacto – no puede ser”. Por toda respuesta, sintió la mano de Joy que le acariciaba el cabello mojado de sangre. Ella se llevó la mano a la boca, y haciéndole una seña para que guardara silencio, le dijo: “Sorpresa”.
martes, 10 de marzo de 2009
Capitulo 4
Un episodio más de mis aventuras se dió cuando me di cuenta de que, lo más lejos que llegaría mi carrera futbolística sería echar los pulmones en la rena como un intento de jugador amateur playero.
Sin duda, eso de jugar futbol en la calle, frente a mi casa, me dejo enseñanzas.
Aprendí que cuando juegas con una pelota de plástico y hay mucho viento, tus disparos siempre van a todos lados, menos a donde deberían ir.
Tambien aprendí que la gente mayor no tolera más de 4 balonazos en sus rejas por partido sin hacer alguna colaboración al aprendizaje del lenguaje coloquial de los niños.
Aprendí que cuando alguien grita "PARALA" significa que algo malo puede pasar. Como esa vez que estrelle el balón en el hinchado vientre de una vecina embarazada.
Y tambien aprendí que los raspones, patadas, moretones y demás estragos que hace el futbol en tu cuerpo, son como una representación de la vida misma. Mientras mas intentos haces por conseguir una meta, mas duro te puede golpear para evitar que lo consigas.
Pero, una vez un vecino al verme en el piso con una rodilla raspada y sangrante me dijo:
- Ponte saliva, sacudete la ropa, y sigue jugando.
Supongo que aplica tambien para cualquier tipo de caída.
domingo, 8 de febrero de 2009
Capitulo 3
Otra de las cosas que recuerdo muy bien de mi infancia es la enfermedad que me aquejó desde que nací hasta casi llegada la pubertad: el asma.
Es bastante feo padecer esa enfermedad, sobre todo cuando lo que mas te gusta es jugar fútbol. Eso te limita bastante en cuanto a la cantidad de goles que puedes meter, y a la cantidad de metros que puedes correr.
También es muy traumante enfermarse los fines de semana cuando las instancias gubernamentales de salud no trabajan, más que en Urgencias, y todos sabemos que llegar un sábado por la madrugada a una sala de Urgencias del IMSS es un verdadero viaje. Empezando por las enfermeras que te reciben.
Cuando tenía yo aproximadamente seis años, mi mamá y yo, nos vimos obligados más por la inexperiencia y mis defectuosos bronquios a aparecernos una noche en el IMSS para atenderme un cuadro asmático que me tenía al borde del hoyo, y debo decir que no nos quedaron ganas de regresar; sobre todo a mí, ya que sentía que cada segundo que pasaba sin una máscara de oxígeno era tocar más fuerte a la puerta de San Pedro.
La enfermera nos recibió con un rostro gélido que parecía que le acabábamos de mentar la madre al preguntarle si me podía atender. Quizá ella era discípula de Sócrates y su mayeútica, pues por toda respuesta escuchamos:
- "¿Está afiliado?"
A lo que mi madre dijo:
- "Sí"
Y la enfermera, quizá aliviada un poco por tener que hacer menos papeleo, y suavizando el gesto, nos dijo:
- "Esperen aquí a que les llamé"
Benditas palabras que dijo la mujer. Nos dirigimos a la fila de sillas que se intercalaban naranjas y blancas, esas que asemejan un huevo y que abundaban en la mayoría de las oficinas de gobierno en los años ochenta. Yo sentía que podía respirar de nuevo y mi santa madre veía con menos preocupación mis ojos. Cual sería nuestra sorpresa al ver que al cabo de dos horas seguiríamos ahí "esperando a que nos llamaran".
Fue entonces cuando aprendí la lección de este capítulo. Mi madre, más que enfurecida, se levantó de la silla de plástico naranja y me dijo:
- "Estate quieto aquí, y trata de estar tranquilo, ahorita vengo"
Supongo que mi madre no pensó que en mi situación me iba a parar para corretear un rato. No había mas opción.
Entonces vi, como mi mamá se dirigió con toda la decisión que se podía permitir en ese momento hacia la enfermera. Y le dijo:
- "Oiga señorita, mi hijo está ahí sentado desde hace dos horas, y si no me lo va a atender un médico me lo llevo ahorita a un particular..."
- "Señora, calmese... es que hay muchos pacientes..."
- "Pacientes nosotros, que nos aguantamos aquí dos horas viendo como usted se pinta las uñas y platica con el conserje. Si tuvieran tantita consideración, aunque sea una inyección ya le hubieran puesto al niño en lo que lo revisa el doctor; pero como se ve que usted nada mas viene a aplastar las nalgas en su silla"
- "Señora, no le permito que..."
- "¡No! si no te estoy pidiendo permiso
Yo no sé que fue lo que le hizo actuar a mi mamá así, pero me agarro de la mano y me llevo a la Cruz Roja, donde en menos de media hora ya me habían controlado el cuadro de asma, con una dolorosa inyección, pero al menos podía respirar.
Se preguntarán cual fue mi lección aprendida. o tal vez no. En todo caso, podría ser yo como la enfermera y dejarlo a su imaginación. Pero prefiero escribirlo. Aprendí que todo tiene un límite, a veces no acordado, pero todos somos capaces de darnos cuenta que cuando las cosas no parecen cambiar a tu favor, es momento de tomar acciones radicales. Una palabra que discrepa, dicha en el momento preciso, puede cambiar siempre el rumbo de una historia.
lunes, 2 de febrero de 2009
Capitulo 2
Aunque... ¿De verdad me gustaría tener una imagen mental del pecho de mi madre viniendo hacía mi boca? Eso sería un poco perturbador y torcido para mi edad. Parecería esto un ensayo incestuoso o algo así.
Si salto un poco en el tiempo y adelanto unos meses estaría en lo que he dado a bien llamar la "etapa de las papillas", de la cual no sé más que lo que me contó mi madre, quien amorosamente ponía todas las verduras que encontraba, en el vaso de la licuadora y las mezclaba con agua hasta que la pasta, que resultaba en una plasta grumosa y café, podía ser digerible. Eso puede visualizarse como algo igual de asqueroso que el incesto... quizá hasta más... bromeo, nada puede ser mas asqueroso que una papilla grumosa y café.
Mejor saltaré unos años y les narraré una historia de mis incipientes años de estudiante. Un día, de esos del jardín de niños. dijeron que había que llevar un tomate, el más grande que encontráramos. En la clase lo revisamos, y nos explicaron las diferentes fases que cubrían el crecimiento y el desarrollo de un tomate. Había una comparación algo truqueada de como era importante comer cosas nutritivas para crecer sano y llegar a ser grande. como el tomate en cuestión. Al final, nos dijeron que teníamos que comérnoslo. Pero yo no sabía que era comerse todo excepto el rabo del tomate. Así que por ignorante hice la comida mas nutritiva de mi vida.
Esto me lleva a una conclusión, siempre será importante tomar lo bueno y lo malo de la vida. Porque aún a pesar de tomar lo malo, se puede llegar a ser un gran tomate.
martes, 27 de enero de 2009
Capitulo 1
viernes, 16 de enero de 2009
Sombras blancas
jueves, 8 de enero de 2009
Suicidio moral o manipulación anímica. No se que es más difícil de tolerar. Vender mi cuerpo, y peor aún mi alma, a una mujer que sólo pretende de mí una dosis periódica de compañía; o trastocar de cierta forma el mundo de una adolescente a la que, según yo, le falta vivir tanto... Es lo mas cercano que he estado de un precipicio, y peor, porque queriendo saltar para olvidar a Emiliana, me sujeta un arnés llamado Ariel...Ariel tan dulce que me aterra hacerla mía, pero al mismo tiempo, tan bella que se me olvida que es apenas una niña, que es tan joven como mi hermana y a la vez tan sensual como la mujer que más deseo. ¿Y si me escapo? ¿Si lo único que tengo que hacer es tomar el autobús de las 3:00 pm?
Tal vez es como debe terminar esto, lejos de esta mierda existencial que me tiene al borde del desquicio, o ¿es que debo quedarme en esta ciudad, con este trabajo tan aburrido, y enfrentarme a lo que desde hace meses viene siendo mi vida y mi destino? No lo sé.Tal vez me estoy enamorando un poco de Ariel, pero me asusta sobremanera no estar listo para amarla, para enseñarle como es el amor, el bueno, no el pagado, no el que me da Emiliana...
¿Y Emiliana? ¿que hago con ella? El recuerdo de su cuerpo desnudo cabalgandome es tan recurrente como el sonido de estas gotas de lluvia vespertina...
Tanta confusión me abruma, y el teléfono repicando, y yo decidiendo si será Gálvez o mamá...si tan sólo pudiera discernir entre Emiliana o Ariel, el dinero o la vida, reglas o pasión...
Si tan solo pudiera... o quisiera.