jueves, 25 de septiembre de 2008

Tus ojos...


En ese pequeño fragmento de tiempo, en ese instante apenas perceptible cuando me miras, detienes todo a tu alrededor. Las hojas tardan una eternidad en tocar el suelo. Y el sol me baña pero no me quema igual. Hasta las notas musicales que me acompañaban enmudecen al sentirte aquí. Con ese par tan intenso que no hace más que buscar satisfacer su curiosidad en las cosas más sencillas de la vida. Y la lluvia me pinta de verde y amarillo.
Y después de tu mirada que me cautiva, viene tu risa, erizando cada milímetro de la piel porque ante la felicidad que emanas no se puede hacer nada, más que sentirse preso. Perseguido por la necesidad de contemplarte.
Y tu, te sonrojas, sólo un poco. Me miras y callas. Callas, sonríes y después te vas. Y con esa mirada que noche a noche me regalas, ¿como pretendes que pueda el sueño conciliar? Si no hago otra cosa que acostarme a soñar, con el momento en que de nuevo te pueda mirar. En que me pierda en tus ojos, en que me hunda en tu voz, para que pueda apreciar la delicadeza con la que caen las hojas, para ver como le das sentido a las melodías y como cambias al agua su color.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre he tenido una manía especial, no sólo con los ojos, en realidad son las miradas las que me enloquecen, jajaja, hasta frikie me suena, en fin, buen texto.
un abrazo